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Foto del escritorAsela María Peguero Martínez

EDUCAR PARA LA VIDA

Actualizado: 7 ago 2020


Al iniciar un nuevo año escolar, todos los agentes educativos, sentimos gran entusiasmo y mucha expectativa por lo que será la vida en la escuela, la relación con los estudiantes, el manejo sabio, oportuno y eficiente de sus situaciones problemáticas y el aprovechamiento continuo de sus múltiples experiencias, el reconocimiento de todas sus potencialidades y los conocimientos previos, que hacen de la escuela un escenario más de la vida cotidiana de las familias como centro de la acción educativa. A su vez, se presentan en nosotros sentimientos y emociones, que nos ponen en atención frente al cambio del que deseamos ser actores protagónicos, en una revolución educativa que no solo es de tiza, tablero, pupitres y paredes nuevas, sino que exige un movimiento interior de cambio de paradigma, de mentalidad, que realmente visibilice que estamos en un momento nuevo de la educación dominicana.


Vencer los miedos de las novedades del nuevo modelo educativo, es un reto, un desafío que puede ser fascinante y nos puede dar la oportunidad esperada de mostrar que todos los educadores tenemos el potencial para salir airosos de este reto, con las herramientas y facilidades que hasta hoy hemos tenido y cultivando en cada uno de nosotros las actitudes propias de un educador/a.


Es de conocimiento público que nunca como ahora ha habito tanta disposición para el cambio en educación, sin desconocer los meritos del pasado que son los cimientos en los que se sostiene los pasos que vamos dando hacia la calidad total de una educación que tienen muchas falencias en todos los actores del sistema.

La educación por competencias requiere de un educador/ra que sepa cuáles son sus habilidades, sus capacidades y sus vacios, para ponerse en la tarea de mejorar continuamente, utilizando los recursos que están previstos para que todos y todas los maestros del país puedan alcanzar el máximo de calidad profesional y estén en la posibilidad de ser personas que con talante emprendedor, puedan ser referentes inspiradores de todos los estudiantes y apoyo ineludible de las familias a quienes sirve como maestro/a. El desempeño docente no solo se mide por las calificaciones obtenidas en las pruebas nacionales, sino que también alcanza gran significatividad cuando lo que enseña, transmite y hace experimentar en la escuela, trasciende los muros de la misma y transforma la vida de cada uno de sus discípulos/as, cuando enseña a pensar, a resolver problemas de la vida cotidiana, cuando es capaz de ayudar a niños y niñas a saber vivir con lo que tienen en relación a su realidad familiar y social, mientras día a día van encontrando formas de modificar su realidad.


Un nuevo año escolar en este panorama nacional complejo y lleno de grades expectativas, nos obliga a caminar día a día, esforzándonos por dar lo mejor de nosotros mismos y no desfallecer en el intento cotidiano de profesionalizar nuestro quehacer.


Los educadores somos portadores de fraternidad, tendedores de puentes, facilitadores del dialogo y las buenas relaciones, para que la escuela fluya en conexión con el medio que le rodea. Lo que acontece en el aula de clase, debe trascender, comprometiéndonos con el cambio social al que está muy ligada una educación de excelencia y calidad, que se comprende así misma en mejoramiento continuo.


Asela María Peguero Martínez

Magister en Educación y Desarrollo Social

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